En 1994 tuve la gran oportunidad de viajar de Israel a América Latina donde mi primera parada fue Santo Domingo. Después de un largo vuelo de 20 horas – donde no pude dormir para nada – descubrí que mi maleta había sido cambiada por la algún otro pasajero. Por lo tanto, la primera parte de mi estadia en esta hermosa ciudad la dedique a tratar de recuperar mis pertenencias.
Temprano el día siguiente hicimos un viaje de 2 horas a través de un paisaje de lo más especial donde la fundación del Centro Cultural de Altos De Chavon esta situado. Allí di mi primera conferencia en la Escuela de Diseño.
Durante el viaje de regreso – agotada después de pasar un largo día viajando y dando conferencias – visite el Museo Regional de Arqueología, aprendí sobre el programa Artistas en Residencia y recorri la Galería, un espacio dedicado al arte contemporáneo. Cuando finalmente regresé a la ciudad de Santo Domingo me sentí como si estuviera en una nube – no estaba segura si la gran cantidad de personas con las que había entrado en contacto habían sentido mi emoción y entendido por completo mi mensaje.
Tuve un viaje de lo más emocionante de dos meses por siete (!) países y dando conferencias en muy diversos entornos. A mi regreso a Israel fui recompensada por la siguiente carta que me confirmó que había sido realmente comprendida. Levanté los ojos a los cielos y me dije: “¡sí!”.
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