“La primera condición del artista es la identificación con el material con el cual él / ella trabaja” (Walter Gropius)
La lección del Bauhaus es lo que siempre me guió. Incluso considerandome pintora plastica, he experimentado con todo tipo de materiales – cerámica, grabado, escultura, esmalte y otros. Cuando por fin llegué al tapiz en general, y en particular a la técnica de gobelino, ya no quedaba ninguna duda ni búsqueda para mí: sentí en esta técnica la mágica combinación de relajación de la atmósfera, absorción de la luz, calma del ambiente y descanso del espíritu. Usando gobelino pude expresar con más fuerza el mensaje que quería en mis tapices (porque siempre hay un mensaje) y “palpar” el material con el que estaba trabajando.
La técnica de gobelino (establecida en el siglo 15) es bastante estricta y severa. Tuve la inmensa suerte de tener al profesor Ernesto Aroztegui como maestro. Él mismo fue autodidacto y me transmitió la dirección de desarrollar y aplicar creatividad paralelamente a la técnica.
De la misma manera que no usaba colores puros cuando pintaba, al tejer, construyo los colores deseados deshaciendo las hebras y mezclándolos con otras hebras desechas. Los colores que elijo en mis trabajos son de acuerdo a las emociones que el tema me exige.
A pesar de las nuevas técnicas de hoy en dia y el uso de diferentes materiales desarrollados en el arte del tejido a lo largo de los últimos 50 años, creo que el tapiz de técnica gobelino sigue siendo importante y relevante. Si bien está abierto a la innovación mantiene un ambiente cálido y tradicional.
Prueba es la enorme cantidad de extraordinarios y famosos talleres de gobelino en todo el mundo, y los espléndidos ejemplos de tapices de gobelino. Estos tapices, ligados a un diseño figurativo o abstracto y un dominio manual de la técnica, llenan las salas de los museos más importantes del mundo, entre ellos el Louvre, el Hermitage y los museos de diseño moderno como Moma en la ciudad de Nueva York.
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