Poco después de llegar con mi familia a Israel, un señor, mirando uno de mis tapices, exclamó “esto es de la Biblia”. Me emocionó tanto esta conexión emocional con la obra de arte que pronto comencé a mirar más profundamente en esa “clásica” dirección para mi propia inspiración – y nunca la abandone.
He llegado a amar verdaderamente la Biblia. Constantemente encuentro un nuevo significado en cada historia. Los diversos personajes y situaciones me obligan a tomar la emoción que siento y crear artísticamente. A menudo me identifico personalmente con los personajes y sus dilemas – me recuerdan situaciones de mi propia vida personal o de alguien cercano a mí. Viviendo en Israel, uno ve lo importante que es este libro para tantos y de muchas maneras diferentes. Nuestra vida cotidiana está conectada con la Biblia, desde el sistema judicial hasta la medicina y la ética, hasta la poesía y la literatura. Los niños regresan de la escuela y relatan lo que están aprendiendo.
Una vez asentada en la tierra de la Biblia y al absorber sus vistas y colores me ha ayudado a volver a experimentar las historias que he conocido desde la infancia. Todas esas imágenes y temas que estaban durmiendo en el fondo de mi mente ahora han cobrado vida en mi telar.
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