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PROFESOR ERNESTO AROZTEGUI- MI MAESTRO, MI AMIGO

 

 

Lo más probable es que mis recuerdos de Ernesto Aroztegui presenten un ángulo diferente al de mis colegas. Sin embargo, para todos nosotros transmitió su pasión por el arte del tapiz.

Como me mudé a Israel poco después de terminar mis cursos, siempre siento envidia cuando escucho a mis colegas discutir las largas sesiones de tejido, con sus interminables conversaciones inherentes a este mundo encantado. Pero tuve el privilegio de conocer al Profesor Aroztegui – otro Ernesto, que creo le ayudó a expandir aún más sus alas.

Una vez establecida en Israel, y decidida a continuar nuestra hermosa amistad, le escribí una carta (en ese momento el correo electrónico, fax o mensajes telefónicos eran pura ciencia ficción) en el que le relate algunas de mis nuevas e interesantes experiencias – Israel- aun con todos sus problemas, es un lugar excitante para vivir. Allí también expresé mi deseo de que él pudiera viajar aquí, tal vez incluso dar conferencias, pero diciendolo más como un deseo que una realidad. Y he aquí, que nuestro amado Maestro, sin pensarlo dos veces, me responde a vuelta de correo aceptando mi invitación y prometiendo cumplir todo lo que yo organizara en su visita a Israel.

Y así nos embarcamos en una aventura fantástica. Después de superar el choque de mi sorpresa por su pronta decisión (que me hizo ver una faceta de Ernesto que no conocía) comencé a organizar sus conferencias, sus encuentros con las personas relevantes y nuestros paseos en Israel a través de todos los lugares que estaban relacionados con lo textil. Todo esto unido a mi inexperiencia debido a mi reciente llegada al país, sin lenguaje, y conociendo muy pocas personas que pudieran ayudarme,

El año era 1978. En ese momento había dos actitudes diferentes en relación al arte textil en Israel: una era la élite-graduados de la Escuela Bezalel de Arte y Diseño (más tarde la Academia Bezalel de Arte y Diseño). La otra visión, más ampliamente difundida, enfatizaba la artesania del tejido. En ese entonces, reconocer el tapiz como un arte no era común, por lo menos no en la forma que ya lo era en Uruguay y la Argentina en donde los estudios serios en técnicas de la expresión y del textil estaban en una etapa muy desarrollada.

Organizé para el profesor Aroztegui visitas y conferencias sobre el arte de la tapicería en América Latina en diversos lugares de Israel, incluyendo el Museo de Israel de Jerusalén, así como en el Colegio Shenkar de Ingeniería y Diseño. Antes de esos eventos, lo había llevado a visitar los talleres de tapicería más famosos, incluyendo Mambush en Ein-Hod, así como George Goldstein, en Jerusalén, donde conversamos con los tejedores y les hicimos conscientes del programa sudamericano y la convicción de Ernesto y su poderoso liderazgo. Para muchos, esta fue la primera vez que los israelíes dentro del campo de las artes textiles aprendieron acerca de la profundidad de logros en el campo en Sudamérica y específicamente en Uruguay.

Creo (y he oído) que la visita del Profesor Aroztegui fue el punto de partida de un desarrollo que finalmente llevó al establecimiento de la “Asociación de Artesanos de Fibra de Jerusalén”, así como reuniones entre artistas textiles incluyendo exposiciones con el apoyo de la Asociacion de Diseñadores y Artesanos de Israel. La visita de Ernesto unió de manera significativa a quienes trabajamos en el arte textil. Además, me transmitió la necesidad de compartir información. Así fue que empecé una tarea de acercamiento invitando a artistas textiles a Israel. Esta divulgacion me llevó a viajar a otros países, primero voluntariamente y luego, cuando mi trabajo fue reconocido por el Ministerio de Relaciones Exteriores, fui enviada como representante oficial a nueve países de América Latina.

Después de ese viaje especial, mi amistad con Ernesto se fortaleció. Aunque nos vimos esporádicamente, ya sea en mis raros viajes a Uruguay o durante la visita adicional que hizo a Israel en 1983 para recibir el Premio de Hermandad de Bellas Artes, un premio creado por el B’nai B’rith del Uruguay, aprendí mucho de él como estudiante, pero aprendí aún más como ser humano, por el que siempre le estaré profundamente agradecida.

 

PROFESOR ERNESTO AROZTEGUI

 

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